top of page

HÉCTOR ABAD GÓMEZ

Oriundo de un pequeño pueblo paisa al sur del departamento de Antioquia, Hector Abad Gómez, médico profesional y master en salud pública, fue asesinado por dedicar su vida a mejorar la de todos a su alrededor.  

De familia liberal, Abad sufrió en carne propia la violencia bipartidista de la primera mitad del siglo XX. Exiliada, su familia huyó y se estableció en Sevilla, Valle, hasta que Héctor culminó sus estudios de secundaria. Profesional en Ciencias de la Salud, de la Universidad de Antioquia y Master en Salud Pública de la Universidad de Minnesota, Abad comenzó a construir un currículum que demostraba sus principios altruistas en pos de la vida. Trabajó para la Organización Mundial de la Salud (OMS) como asesor, fue Secretario de Salud en el departamento de Antioquia, Representante a la Cámara, defensor de los Derechos Humanos, periodista, escritor, columnista y locutor con su propio programa radial: “Pensando en voz alta”.

 

Héctor Abad, entra en la esfera pública colombiana con el propósito de transformar los valores de los individuos, como un defensor de los Derechos Humanos y la calidad de vida de las personas. Proyectos como campañas de vacunación, la lucha por el derecho al agua potable, la pasteurización de la leche y la fundación de la Escuela Nacional de Salud Pública en Medellín (que ahora lleva su nombre), son algunas de las iniciativas que tomó como bandera. Además de luchar en contra de la inequidad social, la dignidad humana, el valor de la vida, el desprecio por la violencia y el abuso por parte de las fuerzas del estado.

 

Su constante lucha y manifestación pública, lo convirtieron en un líder social que se hacía cada vez más fuerte y que ganaba cada vez más credibilidad entre las personas. Esto, no fue bien recibido por parte de la extrema derecha del país, que no demoró en sentir la presión que Abad ejercía en los grupos de izquierda y el poder que adquiría con el pasar del tiempo.

"Su constante lucha y manifestación pública, lo convirtieron en un líder social que se hacía cada vez más fuerte y que ganaba cada vez más credibilidad entre las personas"

En 1987, uno de los años más violentos para el departamento de Antioquia y en especial para la ciudad de Medellín, Héctor Abad Gómez fue asesinado el 25 de agosto, un día después de oficializar su candidatura a la Alcaldía de la capital antioqueña con el partido Liberal.

 

Ese año, casi 30 personas más fueron asesinadas por grupos de autodefensa que, sistemáticamente, acabaron con los mayores líderes sociales y pensadores de izquierda de la región. Esta masacre sembró el miedo en la comunidad, pues fue un fenómeno que, con el paso del tiempo, se expandió por todo el país dejando miles de muertos y una afirmación amordazante: “ya somos, el olvido que seremos”.

OPINIÓN

En paz y armonía

 

¡De seis disparos en el pecho murió Héctor Abad Gómez! Un tipo de noticia recurrente en nuestro país, pero con el agravante de tratarse de uno de los más grandes defensores de  Derechos Humanos en toda la historia de Colombia. Aquí, empieza a brotar el miedo que da opinar y pensar diferente a aquellos que ostentan el poder de la manera que sea (legítima o ilegítimamente).

 

El ejemplo del Doctor Abad tiene la índole de ser, tal vez, el asesinato más ruin de la historia de este país. Profesional y Maestro en salud, padre y esposo dedicado, Abad dedicó su vida a la filantropía y al mejoramiento de las condiciones de vida de las clases marginadas en Antioquia. Hoy, la labor social en nuestra profesión se diluye a través de los contenidos, el aglutinamiento de la información y los intereses económicos que rigen la moral y la ética del periodista, dejando de lado el motivo más importante que impulsa nuestra profesión: la responsabilidad social.

"Profesional y maestro en salud, padre y esposo dedicado,

Abad dedicó su vida a la filantropía y al mejoramiento de

las condiciones de vida de las clases marginadas de Antioquia"

Abad fue criticado por su cercanía a la izquierda y el vasto espacio que siempre llevo con la violencia. Como pocos en Colombia, el corazón incorruptible de este paisa latió de principio a fin con unas ideas y concepciones claras y fuertes. El valor de la posición y el lineamiento subjetivo, es un hilo delgado que se quiebra fácilmente bajo la manipulación y la débil personalidad de los profesionales que hoy en día no ven como prioridad el compromiso que se adquiere con una idea mayor a ellos mismos.

Morir por una idea es algo del pasado, la poca  aprehensión de las realidades sociales vinculadas estrictamente  con la vida de cada individuo, muestran el desinterés que el colombiano promedio tiene con las problemáticas de su nación. El atropello a la moral colombiana con el magnicidio de Héctor Abad Gómez, suscitó un episodio más en el libro negro que es Colombia. Aquí, solo hay una verdad, Abad la conocía, yo la conozco, usted la conoce, todos la conocemos y aun así parece ser algo que dejamos en lo más profundo del olvido:

 

Héctor Abad Gómez al lado de su hijo, Héctor Abad Faciolince

Foto cortesía Caracol Web

“Hasta que entendamos que la vida es el más fundamental y elemental de todos los derechos humanos y que la constante violación de este derecho no puede seguir tolerándose impunemente, calladamente, resignadamente. Debemos decir basta, debemos decir no más atropellos a la vida humana, a la integridad de las personas, a su derecho a vivir sin temor en paz y armonía”

 

Héctor Abad Gómez.

,

bottom of page