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guillermo cano

Guillermo Cano Isaza fue uno de los periodistas más reconocidos de Colombia, gracias a su destacable trabajo en contra de las estructuras mafiosas en la década de los 80's. Hizo parte de la tercera generación de periodistas de su familia, siguiendo así el legado de su abuelo y fundador del periódico El Espectador, Fidel Cano.

 

Desde la creación del periódico, en 1887, la familia Cano no ha dejado de tener descendientes que han continuado con la tradición periodística que los caracteriza. Así, después de la muerte de Fidel Cano, sus hijos Gabriel y Luis Cano se pusieron al frente de la dirección del periódico para darle paso más adelante, en 1952, a su hijo y sobrino Guillermo Cano, una figura que se volvió trascendental para el periodismo colombiano.

Guillermo fue el mentor y formador de muchos periodistas, no solo en el ámbito profesional, sino también en el ámbito ético de su labor. Dirigió varias de sus crónicas a la tauromaquia, la equitación, el deporte, el narcotráfico o la política. Escritos que, paso a paso, lo convirtieron en uno de los defensores del periodismo crítico y de la libertad de prensa velando porque sus colaboradores tuvieran completa autonomía en su trabajo, que evocaran con libertad sus opiniones sobre otros trabajos periodísticos e indagaran sobre diferentes temas sociales.

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“Aquí los colaboradores  no tienen ningún límite diferente a no incurrir en injuria ni en calumia, y así El Espectador ha abierto sus páginas a todas las tendencias dentro del mundo nuevo, pues las comunicaciones nos han acercado a todos. Vivimos inundados por el mundo electrónico de información, creemos que las personas deben presentar sus diferentes puntos de vista, pues hay lectores a los que le interesan esos puntos de vista”

Guillermo Cano Isaza

No obstante, uno de los problemas al que el ilustre periodista se enfrentó juiciosamente fue al narcotráfico y a todo lo que de éste se desprendía: las drogas, las masacres, la corrupción. Para él, ese era el suplicio y a la vez la condena del país.

 

A Cano nunca le tembló la mano para hacer acusaciones directas en contra de los capos más importantes de la mafia y eso fue algo que innegablemente marcó la historia del país, pero que también condenó su vida. 

 

A causa de su trabajo, Guillermo Cano fue asesinado el 17 de diciembre de 1986 por el Cartel de Medellín, encabezado por Pablo Escobar Gaviria, el capo más importante y sanguinario de Colombia y el mundo para la época. 

Aproximadamente a las siete de la noche, cuando iba saliendo en su carro de las instalaciones de El Espectador, donde cumplía las funciones de director, ocho impactos de ametralladora en el pecho le dieron fin a una de las voces más emblemáticas del periodismo colombiano.

 

Las razones nunca fueron un misterio. Pablo Escobar, era en el momento el narcotraficante más buscado en el mundo y también una de las personas más adineradas, pero su poder se veía amenazado por el tratado de extradición entre Colombia y Estados Unidos. El sanguinario capo poseía un gran porcentaje de las rutas de tráfico de cocaína hacia los Estados Unidos y Europa, siendo estas el pilar de su organización y a su vez un gran atractivo para la justicia norteamericana.

 

Siendo así, una de sus mayores amenazas para el Cartel de Medeellín era el periódico El Espectador y en especial Guillermo Cano, que nunca dudó en publicar fuertes acusaciones en contra del capo y en revelar conexiones de Escobar con casos de asesinatos, corrupción o narcotráfico.

 

Así como lo describió la Sociedad Interamericana de Prensa, refiriéndose a la vez que el intrépido periodista reveló al país la identidad mafiosa del capo del Cartel de Medellín, que en aquella ocasión intentaba entrar en la política por medio del Congreso:  

 

“Cano recordó la cara de Escobar cuando vio al capo en la ceremonia de apertura del Congreso en 1983. El mismo después se metió en el archivo del periódico a buscar la fotografía. Volvió a publicar la historia y la fotografía en la primera plana de El Espectador (lo cual) truncó la ambición de Escobar de formar parte del Congreso y  lo convirtió en uno de sus peores enemigos”.

 

El director de El Especador no apagó nunca su voz a pesar de las amenazas de Escobar y su sanguinario Cartel y por lo mismo se convirtió en su objetivo militar.

Después del asesinato de Guillermo Cano el país y en especial el gremio periodístico entró en un periodo de negación total y rechazo frente a los actos violentos. Las estaciones de radio se apagaron, los periódicos cerraron y el gremio de las comunicaciones en general se silenció como muestra de apoyo, protesta e indignación frente al asesinato del veterano periodista.

 

El Espectador fue el único periódico que publicó la noticia al siguiente día, como una forma de responder al asesinato de su director. La Plaza de Bolívar en Bogotá se lleno con cerca de 10.000 protestantes que rechazaron la violencia de los narcotraficantes.

 

Los diarios, en los días posteriores, resaltaron una de las frases del último editorial que escribió Guillermo Cano: "Así como hay fenómenos que compulsan al desaliento y la desesperanza, no vacilo un instante en señalar que el talante colombiano será capaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, más justa, más honesta y más próspera".

Pero este atentado no solo desencadenó el repudio social frente a la violencia y el narcotrafico, sino que también, para desgracia del país,  inició y amparó toda una ola de crímenes posteriores que se dieron en un ambiente de impunidad y fuerza criminal.

 

Se vinieron entonces toda una serie de asesinatos y amenazas a periodistas.  El Espectador tuvo que cerrar sus puertas en MedellÍn debido a la muerte de muchos de sus colaboradores y por más que se intento llevar el caso a un termino justo, las autoridades no llegaron a fondo con el asesinato y todo lo que éste desencadeno.

Guillermo Cano Isaza

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